
A la Virgen de la Caridad
Rubén Darío Rumbaut
Te llamaron tres voces aterradas.
Respondiste calmando sus anhelos,
serenando las iras de los cielos
y aquietando las aguas sublevadas.
Subiste luego grácilmente sobre
el frágil bote que la fe salvara,
y porque en Cuba se te amara
te posaste en lo verde, allá en el Cobre.
Fuiste madre al hacer callar el agua,
marinera al subir en la piragua
y gaviota al posarte en el oriente.
Y tus hijos, tus olas y tus montes
-toda Cuba, partida en horizontes-
a tus plantas están eternamente.
Respondiste calmando sus anhelos,
serenando las iras de los cielos
y aquietando las aguas sublevadas.
Subiste luego grácilmente sobre
el frágil bote que la fe salvara,
y porque en Cuba se te amara
te posaste en lo verde, allá en el Cobre.
Fuiste madre al hacer callar el agua,
marinera al subir en la piragua
y gaviota al posarte en el oriente.
Y tus hijos, tus olas y tus montes
-toda Cuba, partida en horizontes-
a tus plantas están eternamente.
Rubén Darío Rumbaut
Ilustración:
Mosaico en la Ermita de la Caridad, Miami
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