8 de septiembre de 2009


Homilía del P. Alberto Bueno, TOR, durante la Eucaristía celebrada el sábado 5 de septiembre de 2009 en la Basílica Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington DC, en la Festividad de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.


“María Santísima de la Caridad jamás olvida a los cubanos… A la imagen de la Virgen de la Caridad es a la que tienen mayor devoción.”

Con estas palabras el arzobispo de Santiago de Cuba, San Antonio María Claret, deja en sus escritos del principio de la década de 1850, testimonio de la devoción de los cubanos a Nuestra Señora de la Caridad. Pero vemos también en estas palabras la fidelidad de María Santísima de la Caridad a sus hijos de la isla de Cuba. Ella “jamás olvida a los cubanos.”

Qué imagen más bella y profunda nos deja el santo obispo de la relación entre Nuestra Madre y nuestro pueblo. Un mensaje sumamente cristiano y humano. Recordando las palabras de Jesús en la cruz, que encontramos en el evangelio de San Juan, “He aquí a tu Madre, he aquí a tu hijo…” Como cristianos somos hermanos y hermanas de Jesús y por extensión, hijos e hijas de María. Desde su encuentro en la bahía de Nipe en 1612 por los hermanos Juan y Diego de Hoyos y el negro libre Juan Moreno comenzó esta relación estrecha, constante y piadosa. El testimonio que Juan Moreno dejó a los 85 años de las hazañas de su niñez encontrado en los archivos de Indias en Sevilla es prueba de este momento clave de la evangelización de la Isla y de este punto de unidad entre todos los que llaman a Cuba patria y hogar.

A lo largo de la historia de Cuba la presencia de la virgen de la Caridad del Cobre es constante y profunda. Había, y hay, algo que toca el corazón y la consciencia de los cubanos: ¡María de la Caridad – María del Amor! El amor que Nuestro Señor Jesucristo proclamó en los evangelios, el ágape, es algo que se encuentra en el carácter del cubano. Es una cualidad que viene muy natural en el corazón cubano, pero a la vez es una virtud a cual muchas veces fallamos en aplicar. Sin embargo es algo que se demuestra en la manera de ser de nuestra gente. Ese espíritu acogedor, hospitalario y tan familiar que nos identifica adonde nos encontremos en el mundo.

Nuestra historia refleja esta unidad, especialmente cuando comienza el proceso de la independencia. La Virgen de la Caridad es la quien une a los cubanos de todo tipo y toda clase. Un pueblo tan dividido por la raza, clase social o educación y formación, ella los unió. Y después del largo proceso y guerras de independencia, los veteranos de la manigua le piden al Santo Padre Benedicto XV, que nombrase a la Virgen María de la Caridad como patrona de Cuba en 1916. Este título fue otorgado por el Papa y es algo que se ha renovado y reconocido pos sus sucesores. Su Santidad Paulo VI, en 1977 nombró el santuario en el Cobre como basílica. Llegó a su apogeo durante la visita de Su Santidad Juan Pablo II en Enero de 1998, cuando en la plaza Antonio Maceo en Santiago, el Papa coronó a la imagen de la Caridad como Reina de Cuba.

Hoy en día, cuando los cubanos nos encontramos tan divididos por la distancia, la política, y tantas otras cosas, la Santísima Virgen María de la Caridad del Cobre, como buena Madre, se hace presente a sus hijos e hijas de Cuba. La Iglesia en Cuba ha entrado en un proceso de preparación para conmemorar el cuarto centenario del encuentro de la imagen de la Virgen. Y como Iglesia Católica, es decir universal, ha invitado a todos los cubanos “allá y acá” a participar.

Hoy, al celebrar otra vez la fiesta de la Virgen María de la Caridad del Cobre, recordamos las palabras, escrita por un sacerdote cubano a los comienzos de 1868, el Padre Fabriciano Rodríguez Mora, en su libro llamado, Brevísimas reflexiones acerca de la imagen de la Santísima Virgen, bajo el título de la Caridad del Cobre. En su dedicatoria escribió el padre:

‘Yo, impulsado
no sólo de aquel principio que enseña
que es indigno de la vida
el hombre que no ama a su patria,
sino también de los sentimientos de mi propio corazón,
elogiaré siempre con entusiasmo
el suelo en que a Dios plugo que naciera,
aun cuando haya de recibir, como recompensa inmediata,
los sarcasmos de la injusta malevolencia.

Y considerándoos a vosotros
animados de los mismos sentimientos,
estoy persuadido de que os agradará su contenido,
pues se trata nada menos que de MARÍA,
esperanza de los hombres;
de Cuba, nuestra patria muy querida;
y es cubano quien trasladó al papel
Estas humildes producciones”.

Estas palabras del Padre Fabriciano nos traen a la mente las palabras proclamadas por el Papa Juan Pablo frente a la pequeña imagen hallada en la Bahía de Nipe:

Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre y Señora de Cuba,
a lo largo de su peregrinar.

Hoy nuestra Madre, la Santísima Virgen María de la Caridad, nos invita, nos implora, que nos preparemos de una manera espiritual y moral, basado en el Evangelio de su Hijo Jesucristo, a renovar nuestros corazones y nuestras vidas para celebrar este aniversario de su presencia con nosotros los cubanos. Que el amor cristiano, el ágape es decir la preocupación por el bien estar del otro, del prójimo, sea la raíz y la flor de la vida de cada uno y de todos nosotros. Que de esta manera mostremos, no solamente nuestra fe cristiana y católica, sino nuestra identidad como cubanos y cubanas, no importe donde nos encontremos. Que al vernos las personas puedan decir como dijeron de los primeros cristianos: “Mira como se aman los unos a los otros.” Qué, como buenos cristianos y cubanos, podamos derrumbar las divisiones y buscar esa unidad de fe e identidad que es nuestra herencia como miembros de la iglesia y del pueblo cubano.

Pongamos en práctica y hagamos nuestra oración las palabras de la oración a la Virgen de la Caridad con ocasión del IV centenario:

Virgen de la Caridad del Cobre
hija amada del Padre,
Madre del Señor Jesús,
templo del Espíritu Santo
y Madre de todos los cubanos.

Al celebrar con alegría el cuarto centenario
de la presencia de tu bendita imagen
en nuestra tierra cubana,
te alabamos y te damos gracias
por el regalo de Dios para nuestro pueblo,
por peregrinar con nosotros mostrándonos a Jesús,
por animar siempre a la Iglesia
que guiada por el Espíritu Santo,
quiere servir a su pueblo.

María de la Caridad, mujer creyente,
fortalécenos en la fe;
maestra de esperanza,
enséñanos a vivir esperanzados;
reina y señora de la caridad,
muéstranos el sendero del amor,
del perdón y la reconciliación
entre todos los cubanos.

Acompáñanos en la oración,
enséñanos el camino de la conversión,
ayúdanos en el compromiso
y en servicio a los hermanos,
especialmente a los que más sufren.

Madre de la Caridad,
que eres signo y vínculo de unidad,
te suplicamos por todos tus hijos
que, desde dentro y fuera de la patria,
desean lo mejor para Cuba,
te miran como símbolo de cubanía,
y sienten que la Caridad nos une.
Cuídanos y protégenos, líbranos de todo mal.

Contigo, primera discípula y misionera,
queremos seguir anunciando a Cristo
como el Camino, la Verdad y la Vida
para que nuestro pueblo, en Él,
tenga vida abundante, verdadera y eterna.

Santa María, Virgen de la Caridad del Cobre,
ruega por nosotros a Dios.
Amén.

Que así sea.


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