2 de septiembre de 2009


El Mural de la Ermita

Por Teok Carrasco


Comencé el mural que tiene 747 pies cuadrados, donde aparecen 63 figuras, el día 16 de Julio, festividad de la Madre del Cielo, bajo el título de Nuestra Señora del Carmen. Empecé por el Niño Jesús y la Virgen que lo sostiene. Seguidamente pinté el último cuadro que representa la etapa del destierro con un bote que se fuga de la esclavitud en busca de la libertad. Trabajé algo en el santo de Cuba, nuestro Arzobispo San Antonio María Claret que tanto luchó predicando el Evangelio en todas partes y muy especialmente en mi provincia de Oriente.

Tuve que pasar al Pan American Hospital para hacerme la operación de cataratas del otro ojo ya que la primera me había resultado un éxito. Me fui al hospital ciego de un ojo, muy confiado en que mi Madre del Cielo no se olvidaría en sus ruegos al Señor y regresé antes de lo que pensaba con mis dos ojos listos para terminar esta obra que he querido con toda mi alma ofrecer a la Virgen.


Venía cada noche con mi ayudante y buen amigo, Orlando Cabañas. Pintaba, después de pintar todo el largo día y no me sentía cansado. Esta obra la he hecho con tanto amor que me mantenía la inspiración todo el tiempo. Leía la historia de Cuba y la escuchaba de la boca de las personas más autorizadas de nuestro pueblo. Quiero agradecer a todos aquellos que me facilitaron datos y me hicieron más fácil el conocimiento que precede la composición de un cuadro. A veces pinté hasta la una de la mañana y he pintado 364 horas. En el centro del mural he colocado la Virgen, quien lleva en sus brazos al Salvador, Jesucristo. Él es el centro de toda la obra.

Comencé por el Niño y lo dejé sin pintar para terminar el mural pintando quien fue el primero. He querido recordar con este gesto que Cristo es el primero y el último, el principio y el fin, el alfa y la omega de todo hombre y de todo pueblo. Rodeando la Virgen he ido colocando la historia, más bien la síntesis de nuestra historia, pues nuestra historia no puede caber en un mural. He ido seleccionando los personajes como se seleccionan los miembros de una familia. Los que no aparecen están presentes en los que aparecen. La caridad no permite la envidia.

Mi mensaje lo puedo sintetizar en estas palabras: EL PUEBLO CUBANO ENCUENTRA SU SALVACIÓN EN LOS BRAZOS DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD. Jesucristo es el único Salvador que nos ha dado el Padre Eterno y nos lo ha dado por medio de la MUJER BENDITA ENTRE TODAS LAS MUJERES. La historia comienza por la entrada de Cristóbal Colón, y con él entra la fe. Un fraile sigue al Almirante con su rosario en la mano como símbolo de este hecho. Sigue el cuadro de la tribu de Cueba con el primer templo cubano dedicado a la Virgen por nuestros indígenas.

El Padre Las Casas aparece contemplándola dentro del místico caney. Le sigue el primer sacerdote, músico y maestro de Cuba, el Padre Miguel Velázquez y en el mismo cuadro la aparición de la Virgen a la niña Apolonia y el primer Santuario del Cobre levantado en el mismo cerro, lugar donde hoy se encuentra el Santuario Nacional.

Cuba desde los primeros momentos comparte su fe con el exterior. Los padres franciscanos de la promoción de Santa Elena que tenían su casa de formación en La Habana enviaron misioneros a estas tierras de Florida.
Presento la plaza de San Agustín y dos de nuestros mártires: el Padre Luis Sánchez y Tiburcio Osorio, mártires de Cristo por los indios de la Florida. Siguen los Obispos cubanos de la Florida: Dionisio Recino Morel de Santa Cruz y Peñalver. Después el primer maestro de la Florida en la escuelita de San Agustín, Francisco Traconis ,de Santiago de Cuba.

He presentado algunos de nuestros sabios: Arango y Parreño, Romay y Finlay. No olvidé al gran español Don Luis de las Casas.
En la parte superior he presentado al Padre Varela, de quien nos dice Luz y Caballero que nos enseñó a pensar. Lo he presentado en su mesa de trabajo porque Varela es el maestro que despertó con su enseñanza nuestro pueblo. Por supuesto, he tenido muy presente a todos aquellos, como los obispos Compostela, Valdés y Espada, que tanto contribuyeron a nuestra cultura, además de sus vidas ejemplares.

Antes de Varela he puesto al Padre Caballero, el precursor, ya que fue quien despertó, en sus clases de Filosofía, a Varela. En la mesa del Padre Varela se encuentra abierta una Biblia. ¿Quién podrá dudar que el libro que más toca el corazón del sacerdote es la Sagrada Escritura? Las ideas de libertad que él comunicó a sus discípulos serán siempre el fruto de este libro. Varela enseño a Saco y a Luz y éste a Rafael María Mendive y este último al Apóstol Martí.

¿Quién podrá dudar, al leer los versos de la rosa blanca, que las enseñanzas de aquél que había vivido 30 años en exilio en los Estados Unidos por la libertad de Cuba, el que nos escribiera El Habanero, primer documento que llama a la libertad, no tuvieran influencia en Martí? Los maestros he tenido mucho cuidado en presentarlos de manera seguida, porque fue su pensamiento el que provocó la lucha del 68 y por eso aparecen Céspedes, Aguilera y Agramonte en un cuadro muy vivo.

Asimismo he querido presentar cerca de Martí al Generalísimo Máximo Gómez con la fiel compañera que siempre lo acompañó a todas partes y que es modelo de esposa y de patriota ,y a nuestro gran Antonio Maceo con Calixto García. He presentado a Mariana Grajales en aquel gesto que no debe olvidar ningún cubano creyente, cuando llamó a sus hijos y les mostró un crucifijo pidiéndoles que así como el Señor dio la vida por la humanidad ellos también la dieran por Cuba. De nuestra época republicana he querido representar a nuestro primer Presidente, que representa a toda nuestra gloriosa República con su bandera ondeando en las alturas del Morro.

De las aguas de Nipe se tiñe el escudo de Cuba y de éste sale la mano de Cuba pidiendo auxilio al mundo libre. He presentado la estatua de la libertad como símbolo de este país hermano que supo alcanzar su independencia tan gloriosamente hace ya dos siglos. He presentado al Santo Padre, Pablo VI, quien dirige la Iglesia en estos momentos con el respeto y la admiración de nuestros veteranos quienes se dirigieron a Benedicto XV pidiendo proclamara la Virgen de la Caridad Patrona de Cuba.

Al mencionado Pontífice lo he pintado junto al Santuario Nacional del Cobre cerca de Jesús Rabí, uno de los 2000 veteranos que en el Cobre pidieran dicha proclamación. A la derecha de Varela he presentado a Moralito, aquel gran mambí pinareño que Máximo Gómez pensara de él como posible Presidente de la República si muriera Martí. Murió aquel mambí famoso en los campos muy pronto, pero sus discursos dejaron su recuerdo bien grabados en los corazones.

A la derecha he presentado al don Pepe de color, aquel maestro que desde su colegio Nuestra Señora de los Desamparados preparara hombres tan grandes como Juan Gualberto Gómez. En la parte superior, detrás de Varela, aparecen dos paisajes cubanos: A la izquierda las torres de las catedrales de las dos Arquidiócesis de Cuba: Santiago de Cuba y La Habana, faros de la fe. Junto a las mismas se levanta el monumento al soldado desconocido que se encontraba en el parque de Matanzas. Hacia la parte derecha de Varela se levanta el majestuoso Pico Turquino, la parte más alta de Cuba.

De la cima del mismo dos ángeles cierran el mural llevando hacia el Cielo nuestra bandera. Es como el ofrecimiento del pueblo cubano en sus cinco siglos de existencia de todas sus alegrías y penas, de todos sus éxitos y fracasos, pero con la esperanza en Aquél que todo lo puede. Como contemplando esta hermosa escena he pintado a Narciso López y debajo del mismo a Perucho Figueredo con frases de nuestro Himno entre el fuego que devora a Bayamo.

He comenzado y terminado por un paisaje marino y he colocado la Virgen sobre las aguas que tanto contemplé en mi niñez de la bahía de Nipe. El mar, como dice Monseñor Boza, es a veces durante las tempestades muy peligroso. El pueblo español llegó atravesando el peligro, y asimismo ha salido el pueblo cubano al destierro a través de los mismos mares que separan a la Ermita de Cuba. He pintado a Monseñor Boza dentro del mismo paisaje marino como quien ha vivido plenamente esta parte dolorosa de nuestra historia.

Pero quiero dejar un mensaje de esperanza en el contenido del mural y es que la Virgen nos enseña cómo triunfar en las dificultades. Ella, apareciendo sobre los mares de Oriente, nos invita a reflexionar. Ella nos ofrece el triunfo en la dificultad: abrazándonos con Jesucristo ,el que supo calmar la tempestad y hacer que la barquita de los apóstoles continuara serena hasta llegar a tierra firme.

Foto y texto:
http://www.ermitadelacaridad.org/mural.html

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